martes, 6 de octubre de 2015

CAPITULO 3-PRIMERA SANGRE

Las puertas del juzgado se abren dando salida a un hombre calvo y gordo de unos 40 años, quien escoltado por varios policías, desciende por las escaleras del juzgado entre los gritos de desprecio de una multitud reunida en los alrededores del lugar, quienes lo llaman “asesino” y “monstruo” entre otras cosas. El sujeto, recientemente ha salido de un juicio al que asistió acusado del secuestro y asesinato de sus dos hijas de 9 y 12 años respectivamente, cuyos cuerpos no han sido encontrados aún por la policía. Ante la falta de pruebas, el acusado fue declarado inocente y en este preciso instante sale en libertad, montándose en un taxi que lo llevó a su casa, ahora vacía ya que su mujer, convencida de que es culpable, le ha pedido el divorcio. Sin embargo, el sujeto, conocido como Antonio José Ramírez, no se encuentra solo en su casa, ya que, al encender las luces de la sala de estar, se encuentra con una inesperada visita.

-Buenas noches, señor Ramírez- Es lo primero y lo último que escucha Antonio antes de sentir un fuerte golpe en el cráneo y perder el conocimiento, despertando horas después para encontrarse amordazado de pies y manos en lo que parece un sótano abandonado.
-¿Qué demo…dónde estoy?-se pregunta Antonio, al darse cuenta de su situación. Una oscura silueta surge de entre las sombras, y el rostro del señor Ramírez palidece al ver a un sujeto vestido de bata blanca y cubriendo su rostro con una máscara negra con pinchos. La espantosa silueta se acerca al indefenso señor Ramírez y lo observa detenidamente, mientras empuja lo que parece ser un carro con material quirúrgico. Bienvenido al mundo de los vivos, señor Ramírez… ¿Qué tal sus hijas?-comienza a decir el secuestrador- Ah, no, que usted las mató…- añadió antes de golpear el pecho del señor Ramírez con la planta del pie. –Oh, disculpe mi descortesía…no me he presentado…soy el doctor Faustus, y éste es mi compañero y amigo, Nicholas.- Dice la figura mientras prepara los utensilios. Mientras Antonio Ramírez forcejea para tratar de liberarse, Faustus lo observa, de reojo, e introduce un extraño líquido verde en una jeringuilla mientras niega lentamente con la cabeza.

-¿Qué? ¿De qué habla, psicópata desquiciado? ¡¡YO NO MATÉ A MIS HIJAS!!-grita Antonio fuera de sí, nervioso y sudoroso- ¡SUELTEME! ¡SAQUEME DE AQUÍ¡- añade con voz entrecortada por el miedo.

-Shhh…no grites…te vas a dejar la voz en vano, pues aquí no nos va a oír nadie, y a Nicholas ya empieza a dolerle la cabeza…-Dice Faustus mientras sujeta la cabeza de Antonio y le inyecta el líquido verde en el cuello. Enseguida, la piel de Antonio comienza a ponerse morada y azul, sus venas se hinchan, sus ojos se enrojecen y su cuerpo se pone totalmente rígido, haciendo que éste sea incapaz de moverse ni hablar. –Esto que te he inyectado, amigo mío, es veneno de Pez Globo…no es mortal, pero provoca parálisis en el cuerpo mientras dura su efecto, ¿sabe?- dice Faustus mientras se vuelve hacia los aparatos y agarra hilo de sutura y aguja- Lo ví en una película y me informé sobre ello…¿Cómo se llamaba? Ah, si…”Un ciudadano ejemplar”…-añade Faustus mientras introduce el hilo de sutura en la aguja y mira fijamente a Antonio. -¿Sabes lo más divertido? El veneno no anula el sistema nervioso…sentiras cada segundo de dolor…- Dice Faustus mientras comienza a coser lentamente los labios de Antonio, uniendo el superior con el inferior, sellando su boca para que no pueda gritar.

Una vez ha finalizado, Faustus deja el hilo y la aguja a un lado y agarra su siguiente instrumento, una vieja cuchara redonda, de las usadas para hacer bolas de helado, y se vuelve nuevamente hasta Antonio, usando la cuchara para sacar sus ojos de las cuencas. –Existen estudios que aseguran que, si nos anulan los sentidos, somos capaces de acceder más rápidamente al mundo espiritual, y de ahí reencontrarnos con nuestros seres queridos…¿Pero sabes? Tu no vas a ir al paraíso con ellos…tú iras al mismísimo infierno, y allí nos volveremos a ver… .

A la mañana siguiente, el departamento de policía local recibió una llamada de emergencia, que recibió el sheriff, Nathan Fox. Los vecinos de un viejo local abandonado habían llamado quejándose de un terrible holor proveniente del interior del local, y cuando llegaron los investigadores, descubrieron el cuerpo desmembrado del señor Antonio Ramírez, el cual se encontraba atado a una silla  y al que le faltaban los brazos, que aparecieron con los dedos machacados, las piernas a la altura de las rodillas, que no tenían los pies con ellas, y la cabeza, que apareció junto al cuerpo clavada en una estaca, sin ojos, nariz ni orejas, con la boca cosida y con un cartel escrito en sangre en la pared tras ella que decía “CULPABLE”.

jueves, 1 de octubre de 2015

CAPITULO 2-DESCENSO

Las luces del pequeño y desordenado apartamento se encienden, y el inquilino, el doctor Faustus, deja su bata de trabajo blanca colgada en una de las perchas de la pared, junto a la entrada. Una vez que cierra la puerta, Jason respira hondo –por fin en casa…¡ya he llegado, Nicholas!- dice a modo de saludo, y se dirige directamente al sofá, sentándose con las piernas separadas frente al televisor. Se inclina un poco hacia delante y rebusca entre la basura que hay sobre la mesa que tiene delante (restos de pizza en su caja, latas de refresco, papeles, revistas porno…) y agarra un pequeño bote marrón de tapa blanca, abriéndolo y sacando de éste dos pequeñas pastillas redondas blancas, tomándoselas rápidamente y tragándoselas ayudándose con el fondo de una lata de refresco que aún tiene líquido.

Acto seguido, Jasón suspira y se levanta, con claro gesto de agotamiento en su rostro, marcado por ojeras oscuras, señal clara de falta de sueño, se encuentra mareado por el rápido efecto de los antidepresivos que acaba de ingerir, sumado a su insomnio, así que decide aliviarse un poco el malestar lavándose la cara. Entra al baño, el cual desprende un terrible olor a suciedad y humedad a consecuencia de la ausencia de higiene. Jason avanza un poco sacudiéndose las moscas que revolotean junto al W.C. y acercándose al lavabo, el cual, debido al óxido de su grifo, desprende agua de un color marrón tan desagradable que haría vomitar a una cabra, la cual usa Jason para “lavarse” un poco el rostro.

Una vez termina, Jason siente un fuerte escozor a ambos lados de su cara, por lo que no puede evitar llevarse las manos a su rostro, viéndolas manchadas de sangre, pues la suciedad del agua ha hecho que sus costuras del rostro se infecten reabriendo sus heridas y provocando que éstas sangren…sin levantar la cabeza, Jason toma rápidamente una diminuta y estropeada llave que hay junto al grifo del lavabo y la usa para abrir una pequeña puertecita frente a él, la cual pertenece a un compartimento en el que guarda un pequeño botiquín para primeros auxilios, tomando alcohol y unas gasas para desinfectar sus heridas, haciendo que el dolor sea tan fuerte que lo haga dar un terrible grito de rabia.
Una vez se ha atendido las heridas, Jason cierra el compartimento y levanta la cabeza lo bastante como para verse en el espejo, fijando su vista en su desfigurado rostro. Sintiendo como la sangre le hierve y rememorando en pequeños flashback aquella fatídica noche en la que se su vida cambió, Jason propinó un potente puñetazo al espejo, con tanta ira acumulada que destrozó el espejo en pedazos, mirándose posteriormente la mano, la cual, al ser robótica, resultó ilesa haciendo que Jason no sintiera dolor físico alguno ni sufriera daños por el golpe.


Tras aquel arrebato de furia, Jason contempla su mano robótica, sentando en su vieja cama, en una habitación a oscuras alumbrada solo por una bombilla sobre la mesita de noche, mientras continúa siendo asediado y perseguido por los horribles recuerdos de su infancia. Entonces, Jason gira la cabeza hacia la puerta entreabierta de su habitación y sonríe levemente. -¿Qué opinas tu, Nicholas?...¿Crees que voy por el buen camino?...¿Crees que mi destino es éste?- dice Jason mientras deja sus pastillas sobre la cama, incorporándose despacio. –Si…si…creo que tienes razón…no puedo seguir así…no podemos seguir así…¡Necesitamos algo mejor! Y yo…yo sé como conseguirlo…sé lo que tengo que hacer, Nicholas, lo sé…- Añade Jason mientras abre los ojos de par en par y comienza a reír con fuertes carcajadas, como si algo muy oscuro dentro de su mente y su corazón hubiese despertado.

martes, 29 de septiembre de 2015

CAPITULO 1-EL ORIGEN

Un grupo de médicos y enfermeras entran rápidamente por la puerta para emergencias del hospital Saint Valentine, portando una camilla en la que se encuentra acostado un cuerpo que presenta graves quemaduras en su mano derecha y un rostro completamente desfigurado y cubierto de sangre a la altura de la boca, la cual se encuentra rasgada de oreja a oreja, como si alguien hubiera querido separar por completo sus mandíbulas. El cuerpo del herido no es otro que el de un niño, de entre siete y ocho años, quien se muestra en estado semi-inconsciente debido a los tranquilizantes y la anestesia aplicada por los enfermeros. Según el informe policial, el pequeño fue rescatado de un edificio en llamas, en el cual vivía con sus padres, en una de las viviendas situadas en el tercer piso del edificio, donde según los bomberos y algunos testigos comenzó el incendio, tras una fuerte discusión entre los padres. Al parecer, el padre, Charles Faustus, era alcohólico, y tenía a su esposa y a su hijo en un estado constante de violencia doméstica.

Aquella noche, Charles volvía borracho a casa, y puesto que su mujer no le había preparado la cena, enfureció. No pareció importarle que el motivo por el cual su esposa, una entregada ama de casa ya que estaba en paro desde hacía un par de años, había descuidado su cena era que el pequeño, llamado Jason, padecía de fuertes fiebres desde la madrugada de ese mismo día, y se había pasado el día atendiéndolo. Lejos de preocuparse por la salud de su hijo, Charles enfureció más por aquella noticia, golpeando y abusando sexualmente de su esposa repetidas veces en la sala, lo que hizo que el pequeño Jason despertara (había conseguido quedarse dormido tras una leve mejora de su fiebre) y, alarmado por el ruido, decidiera salir de su habitación e ir a ver qué sucedía, contemplando cada instante de aquella situación.

Cuando Charles descubrió que su hijo estaba siendo testigo de semejantes actos, se cegó por la ira, y rápidamente se abalanzó contra el pequeño, insultándolo y golpeándolo hasta el punto de romperle los huesos del brazo con el que Jason trataba de protegerse de los ataques de su colérico progenitor, el cual, tras verlo totalmente indefenso, agarró un cuchillo de cocina y trató de silenciarlo cortándole la lengua, pero solo consiguió cortar sus mejillas ya que su esposa salió en defensa de su malherido hijo, siendo ella la que, por consiguiente, recibiera varias puñaladas y finalmente, fuese degollada frente a los ojos del pequeño, quien perdió la consciencia tras aquello a causa del dolor, sin darse cuenta de que, en el enfrentamiento de sus padres, su madre había activado el gas, para error de su agresor, quien al ver muertos a su esposa y creer también muerto a Jason, decidió tranquilizarse fumándose el que sería su último cigarrillo, pues la casa explotó debido al gas, ocasionando el incendio del que el pequeño fue rescatado.
Mientras todas aquellas vivencias atormentaban la mente de Jason, el pequeño pudo ver como un señor con claro gesto de preocupación y vestido con una bata blanca se acercaba a él y le pedía a la enfermera que lo atendiese, mientras le decía con una voz que él recuerda suave y firme a la vez “Tranquilo pequeño, te pondrás bien, eres un valiente” antes de quedar totalmente inconsciente.


Los años pasaron tras aquel terrible incidente, y un joven de 15 años es acorralado contra una pared en la parte de atrás del instituto al que el muchacho va a estudiar. Tres tipos varios años mayores que él comienzan a empujarle, pasándoselo entre ellos como si de un muñeco de trapo se tratase, siendo despojado de su mochila, su cartera y su reloj, mientras le insultan y humillan, pues el joven lleva grandes cicatrices de costuras a ambos lados de su boca, además de faltarle su mano derecha, la cual había sido sustituida por una prótesis médica avanzada debido a los daños sufridos en el incendio, la cual contenía un mecanismo que imitaba casi a la perfección los movimientos de una mano real, y que podía manejar como si de ello se tratara sólo con pensarlo, ya que estaba conectada a los nervios del brazo y por tanto a su cerebro. 
El muchacho, en un momento en el que uno de sus agresores lo agarra por el cuello, recuerda al instante la sensación de los dedos de su padre rodeando su frágil garganta mientras lo golpea, y entonces, algo dentro de él se remueve, haciendo que el joven golpée con fuerza el rostro de su atacante con su mano robótica, rompiéndole la nariz y haciendo que éste y sus compañeros se asusten y se marchen, dejándolo sólo. Estaba cansado de que lo tratasen como un monstruo por algo que él no había elegido, de modo que decidió tomarse la justicia por su mano y defender a todas aquellas personas que sufrieran algún tipo de abuso, haciendo durante sus siguientes años un amigo del que sería inseparable, llamado Nicholas.


Finalmente, tras años de esfuerzo e intenso estudio, el joven Jason, en su afán por ayudar a los demás, creció y se graduó en la facultad de medicina y en la de psicología, siendo el primero de su promoción en ambas ocasiones. Y así fue como el pequeño y asustadizo niño maltratado se convirtió en un eminente doctor, conocido mundialmente como el Dr. Jason Faustus.