Un grupo de médicos y enfermeras entran
rápidamente por la puerta para emergencias del hospital Saint Valentine, portando una camilla en la que se encuentra
acostado un cuerpo que presenta graves quemaduras en su mano derecha y un
rostro completamente desfigurado y cubierto de sangre a la altura de la boca,
la cual se encuentra rasgada de oreja a oreja, como si alguien hubiera querido
separar por completo sus mandíbulas. El cuerpo del herido no es otro que el de
un niño, de entre siete y ocho años, quien se muestra en estado
semi-inconsciente debido a los tranquilizantes y la anestesia aplicada por los
enfermeros. Según el informe policial, el pequeño fue rescatado de un edificio
en llamas, en el cual vivía con sus padres, en una de las viviendas situadas en
el tercer piso del edificio, donde según los bomberos y algunos testigos
comenzó el incendio, tras una fuerte discusión entre los padres. Al parecer, el
padre, Charles Faustus, era alcohólico, y tenía a su esposa y a su hijo en un
estado constante de violencia doméstica.
Aquella noche, Charles volvía borracho a
casa, y puesto que su mujer no le había preparado la cena, enfureció. No
pareció importarle que el motivo por el cual su esposa, una entregada ama de
casa ya que estaba en paro desde hacía un par de años, había descuidado su cena
era que el pequeño, llamado Jason, padecía de fuertes fiebres desde la madrugada
de ese mismo día, y se había pasado el día atendiéndolo. Lejos de preocuparse
por la salud de su hijo, Charles enfureció más por aquella noticia, golpeando y
abusando sexualmente de su esposa repetidas veces en la sala, lo que hizo que
el pequeño Jason despertara (había conseguido quedarse dormido tras una leve
mejora de su fiebre) y, alarmado por el ruido, decidiera salir de su habitación
e ir a ver qué sucedía, contemplando cada instante de aquella situación.
Cuando Charles descubrió que su hijo estaba siendo
testigo de semejantes actos, se cegó por la ira, y rápidamente se abalanzó
contra el pequeño, insultándolo y golpeándolo hasta el punto de romperle los
huesos del brazo con el que Jason trataba de protegerse de los ataques de su
colérico progenitor, el cual, tras verlo totalmente indefenso, agarró un
cuchillo de cocina y trató de silenciarlo cortándole la lengua, pero solo
consiguió cortar sus mejillas ya que su esposa salió en defensa de su malherido
hijo, siendo ella la que, por consiguiente, recibiera varias puñaladas y
finalmente, fuese degollada frente a los ojos del pequeño, quien perdió la
consciencia tras aquello a causa del dolor, sin darse cuenta de que, en el
enfrentamiento de sus padres, su madre había activado el gas, para error de su
agresor, quien al ver muertos a su esposa y creer también muerto a Jason,
decidió tranquilizarse fumándose el que sería su último cigarrillo, pues la
casa explotó debido al gas, ocasionando el incendio del que el pequeño fue
rescatado.
Mientras todas aquellas vivencias
atormentaban la mente de Jason, el pequeño pudo ver como un señor con claro
gesto de preocupación y vestido con una bata blanca se acercaba a él y le pedía
a la enfermera que lo atendiese, mientras le decía con una voz que él recuerda
suave y firme a la vez “Tranquilo
pequeño, te pondrás bien, eres un valiente” antes de quedar totalmente
inconsciente.
Los años pasaron tras aquel terrible incidente, y un joven de 15 años es acorralado contra una pared en la parte de atrás del instituto al que el muchacho va a estudiar. Tres tipos varios años mayores que él comienzan a empujarle, pasándoselo entre ellos como si de un muñeco de trapo se tratase, siendo despojado de su mochila, su cartera y su reloj, mientras le insultan y humillan, pues el joven lleva grandes cicatrices de costuras a ambos lados de su boca, además de faltarle su mano derecha, la cual había sido sustituida por una prótesis médica avanzada debido a los daños sufridos en el incendio, la cual contenía un mecanismo que imitaba casi a la perfección los movimientos de una mano real, y que podía manejar como si de ello se tratara sólo con pensarlo, ya que estaba conectada a los nervios del brazo y por tanto a su cerebro.
El muchacho, en un momento en el que uno de sus agresores lo agarra por el cuello, recuerda al instante la sensación de los dedos de su padre rodeando su frágil garganta mientras lo golpea, y entonces, algo dentro de él se remueve, haciendo que el joven golpée con fuerza el rostro de su atacante con su mano robótica, rompiéndole la nariz y haciendo que éste y sus compañeros se asusten y se marchen, dejándolo sólo. Estaba cansado de que lo tratasen como un monstruo por algo que él no había elegido, de modo que decidió tomarse la justicia por su mano y defender a todas aquellas personas que sufrieran algún tipo de abuso, haciendo durante sus siguientes años un amigo del que sería inseparable, llamado Nicholas.
Finalmente, tras años de esfuerzo e intenso estudio, el joven Jason, en su afán por ayudar a los demás, creció y se graduó en la facultad de medicina y en la de psicología, siendo el primero de su promoción en ambas ocasiones. Y así fue como el pequeño y asustadizo niño maltratado se convirtió en un eminente doctor, conocido mundialmente como el Dr. Jason Faustus.
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