Las luces del pequeño y desordenado apartamento se encienden, y el
inquilino, el doctor Faustus, deja su bata de trabajo blanca colgada en una de
las perchas de la pared, junto a la entrada. Una vez que cierra la puerta,
Jason respira hondo –por fin en casa…¡ya
he llegado, Nicholas!- dice a modo de saludo, y se dirige directamente al
sofá, sentándose con las piernas separadas frente al televisor. Se inclina un
poco hacia delante y rebusca entre la basura que hay sobre la mesa que tiene
delante (restos de pizza en su caja, latas de refresco, papeles, revistas porno…)
y agarra un pequeño bote marrón de tapa blanca, abriéndolo y sacando de éste
dos pequeñas pastillas redondas blancas, tomándoselas rápidamente y
tragándoselas ayudándose con el fondo de una lata de refresco que aún tiene
líquido.
Acto seguido, Jasón suspira y se levanta, con claro gesto de agotamiento
en su rostro, marcado por ojeras oscuras, señal clara de falta de sueño, se
encuentra mareado por el rápido efecto de los antidepresivos que acaba de
ingerir, sumado a su insomnio, así que decide aliviarse un poco el malestar
lavándose la cara. Entra al baño, el cual desprende un terrible olor a suciedad
y humedad a consecuencia de la ausencia de higiene. Jason avanza un poco
sacudiéndose las moscas que revolotean junto al W.C. y acercándose al lavabo,
el cual, debido al óxido de su grifo, desprende agua de un color marrón tan
desagradable que haría vomitar a una cabra, la cual usa Jason para “lavarse” un
poco el rostro.
Una vez termina, Jason siente un fuerte escozor a ambos lados de su cara,
por lo que no puede evitar llevarse las manos a su rostro, viéndolas manchadas
de sangre, pues la suciedad del agua ha hecho que sus costuras del rostro se
infecten reabriendo sus heridas y provocando que éstas sangren…sin levantar la
cabeza, Jason toma rápidamente una diminuta y estropeada llave que hay junto al
grifo del lavabo y la usa para abrir una pequeña puertecita frente a él, la
cual pertenece a un compartimento en el que guarda un pequeño botiquín para
primeros auxilios, tomando alcohol y unas gasas para desinfectar sus heridas,
haciendo que el dolor sea tan fuerte que lo haga dar un terrible grito de
rabia.
Una vez se ha atendido las heridas, Jason cierra el compartimento y
levanta la cabeza lo bastante como para verse en el espejo, fijando su vista en
su desfigurado rostro. Sintiendo como la sangre le hierve y rememorando en
pequeños flashback aquella fatídica noche en la que se su vida cambió, Jason
propinó un potente puñetazo al espejo, con tanta ira acumulada que destrozó el
espejo en pedazos, mirándose posteriormente la mano, la cual, al ser robótica,
resultó ilesa haciendo que Jason no sintiera dolor físico alguno ni sufriera
daños por el golpe.
Tras aquel arrebato de furia, Jason contempla su mano robótica, sentando
en su vieja cama, en una habitación a oscuras alumbrada solo por una bombilla sobre
la mesita de noche, mientras continúa siendo asediado y perseguido por los
horribles recuerdos de su infancia. Entonces, Jason gira la cabeza hacia la
puerta entreabierta de su habitación y sonríe levemente. -¿Qué opinas tu, Nicholas?...¿Crees que voy por el buen camino?...¿Crees
que mi destino es éste?- dice Jason mientras deja sus pastillas sobre la
cama, incorporándose despacio. –Si…si…creo
que tienes razón…no puedo seguir así…no podemos seguir así…¡Necesitamos algo
mejor! Y yo…yo sé como conseguirlo…sé lo que tengo que hacer, Nicholas, lo sé…-
Añade Jason mientras abre los ojos de par en par y comienza a reír con
fuertes carcajadas, como si algo muy oscuro dentro de su mente y su corazón
hubiese despertado.
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