jueves, 1 de octubre de 2015

CAPITULO 2-DESCENSO

Las luces del pequeño y desordenado apartamento se encienden, y el inquilino, el doctor Faustus, deja su bata de trabajo blanca colgada en una de las perchas de la pared, junto a la entrada. Una vez que cierra la puerta, Jason respira hondo –por fin en casa…¡ya he llegado, Nicholas!- dice a modo de saludo, y se dirige directamente al sofá, sentándose con las piernas separadas frente al televisor. Se inclina un poco hacia delante y rebusca entre la basura que hay sobre la mesa que tiene delante (restos de pizza en su caja, latas de refresco, papeles, revistas porno…) y agarra un pequeño bote marrón de tapa blanca, abriéndolo y sacando de éste dos pequeñas pastillas redondas blancas, tomándoselas rápidamente y tragándoselas ayudándose con el fondo de una lata de refresco que aún tiene líquido.

Acto seguido, Jasón suspira y se levanta, con claro gesto de agotamiento en su rostro, marcado por ojeras oscuras, señal clara de falta de sueño, se encuentra mareado por el rápido efecto de los antidepresivos que acaba de ingerir, sumado a su insomnio, así que decide aliviarse un poco el malestar lavándose la cara. Entra al baño, el cual desprende un terrible olor a suciedad y humedad a consecuencia de la ausencia de higiene. Jason avanza un poco sacudiéndose las moscas que revolotean junto al W.C. y acercándose al lavabo, el cual, debido al óxido de su grifo, desprende agua de un color marrón tan desagradable que haría vomitar a una cabra, la cual usa Jason para “lavarse” un poco el rostro.

Una vez termina, Jason siente un fuerte escozor a ambos lados de su cara, por lo que no puede evitar llevarse las manos a su rostro, viéndolas manchadas de sangre, pues la suciedad del agua ha hecho que sus costuras del rostro se infecten reabriendo sus heridas y provocando que éstas sangren…sin levantar la cabeza, Jason toma rápidamente una diminuta y estropeada llave que hay junto al grifo del lavabo y la usa para abrir una pequeña puertecita frente a él, la cual pertenece a un compartimento en el que guarda un pequeño botiquín para primeros auxilios, tomando alcohol y unas gasas para desinfectar sus heridas, haciendo que el dolor sea tan fuerte que lo haga dar un terrible grito de rabia.
Una vez se ha atendido las heridas, Jason cierra el compartimento y levanta la cabeza lo bastante como para verse en el espejo, fijando su vista en su desfigurado rostro. Sintiendo como la sangre le hierve y rememorando en pequeños flashback aquella fatídica noche en la que se su vida cambió, Jason propinó un potente puñetazo al espejo, con tanta ira acumulada que destrozó el espejo en pedazos, mirándose posteriormente la mano, la cual, al ser robótica, resultó ilesa haciendo que Jason no sintiera dolor físico alguno ni sufriera daños por el golpe.


Tras aquel arrebato de furia, Jason contempla su mano robótica, sentando en su vieja cama, en una habitación a oscuras alumbrada solo por una bombilla sobre la mesita de noche, mientras continúa siendo asediado y perseguido por los horribles recuerdos de su infancia. Entonces, Jason gira la cabeza hacia la puerta entreabierta de su habitación y sonríe levemente. -¿Qué opinas tu, Nicholas?...¿Crees que voy por el buen camino?...¿Crees que mi destino es éste?- dice Jason mientras deja sus pastillas sobre la cama, incorporándose despacio. –Si…si…creo que tienes razón…no puedo seguir así…no podemos seguir así…¡Necesitamos algo mejor! Y yo…yo sé como conseguirlo…sé lo que tengo que hacer, Nicholas, lo sé…- Añade Jason mientras abre los ojos de par en par y comienza a reír con fuertes carcajadas, como si algo muy oscuro dentro de su mente y su corazón hubiese despertado.

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